domingo, 14 de agosto de 2011

26 de Octubre. 18:24h. Terapia contra la Lejía...

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(Carta del Asesino)
Terapia contra la Lejía.



            Hoy era mi primer día en mi nuevo trabajo… ¡Uff!
            Mi jefa, paloma. Los clientes, muchos, demasiados… palomas. Si salgo a la calle… palomas. Más palomas, demasiadas palomas. Palomas por todos lados. Parece como si Dios, como un niño al pasar la plaza central del Cielo, con todas las palomas picoteando concentradas, hubiera corrido hacia ellas asustándolas, provocando su revuelo y ellas, torpes, bobas, se han esparcido por el mundo molestando en todas partes…

            Sí, me ha costado controlarme, por eso estoy aquí, en un banco, en mitad de la calle, escribiendo y desahogándome, porque si no lo hiciera…

            Voy a confesar la tentación más fuerte de hoy, la que me ha dejado el día torcido.
            Llevo un par de días dándole vueltas a mi siguiente trabajito. Me debato entre dos fórmulas, una de ellas es el veneno. Me gusta el veneno…
            Bien, resulta que hacia el final de mi turno ha entrado un grupito de palomas macho (no me gusta la palabra palomo) fanfarrones presumidos gorgojeando alrededor de una hembra. Un grupo de esos que les importa una mierda si la cocina cierra en dos minutos, que les importa una mierda si las cocineras tienen familias, hijos que les esperarán sentados en la puerta de la escuela; que les importa muy poco si por su culpa una madre o un padre pierden el tren y el siguiente pasa casi dos horas después… Con sus pechos hinchados, cediéndose el paso entre ellos y entorpeciendo el del resto, sujetando la puerta a la mujer joven y olvidándola con la anciana, pavoneándose ante la paloma hembra… entran a voces, gorgojos idiotas, y bromean y desmontan el orden de las mesas para sentarse donde quieren y como quieren, peleando sutilmente, disimulando, por estar cerca de la mujer…
            Ni se han molestado en mirar la hora o preguntar si estaban a tiempo… Y mi jefa, paloma también, ya lo dije, con un gesto me ha indicado que les atienda.
            Entre competiciones a ver quien era más gracioso, con bromitas y gilipolleces correspondidas por la sonrisa boba de ella, encantada de conocerse, cómo no, han conseguido pedir “algo rápido” para comer: Unos sándwich, platos combinados y ensaladas.

            Eran una categoría superior de palomas. Un escalón o dos por encima del yuppie. Ella con traje de falda y chaqueta, con uno de esos cuidados escotes que puede regular cerrando o no un botón dependiendo de con quién tiene que hablar… Medias de rejilla fina: No quiere parecer mojigata pero tampoco puta. Pero sus zapatos, de tacón de aguja muy, muy alto, decían que tan segura de sí misma no está… Una de esas que se dicen feministas, que dicen renegar de las que usan su belleza pero que en el fondo… Ellos, casi de uniforme. Trajes grises que no pagaría ni con mi sueldo de tres meses, Camisas azulonas con puños y cuellos blancos (nunca entenderé esas camisas) con gemelos de plata, tirantes a juego con sus corbatas de seda compradas en una de esas tiendas que te analizan al entrar, zapatos puntiagudos de piel italiana, lustrosos, brillantes…
            Preciosas y asquerosas palomas que, después de todo, no venían a “tomar algo rápido”, sino que cerveza tras cerveza, copa de vino tras copa de vino… han alargado sus estancia más de lo debido; han bebido más de lo debido; han molestado más de lo debido…
            Elegantes chulos que pierden la compostura, el control de sus voces y de sus risas de forma creciente y directamente proporcional al número de copas, a lo que hablan de sí mismos y al caso que les haga la hembra…
            Sí, demasiadas risotadas y gritos, alguna canción incluso (¡Dios! Cómo odio eso…) que han molestado a todos…

            ¿Café? ¿Queréis un café? Sí, claro… En seguida, dadme 5 minutos y veréis que café más bueno os preparo…

            Y en la barra, al agacharme para coger un brick nuevo de leche… Ahí estaba. Tentándome, gritándome, llamándome… La lejía…
            ¿Un chorrito para cada uno? Es mejor que el edulcorante que tomáis, creedme. Algunas muertes son más dulces que el azúcar… ¿Un chorrito para todas las molestas palomas de la cafetería? Creo que lo que realmente ha detenido mi mano es ignorar la eficacia real de la lejía…

            Bueno, bueno… Hoy me he controlado. Mi disciplina se fortalece. Habría sido un grave error, un error irreparable y, sobretodo, un error inadmisible. Así no se hacen las cosas. Así, en dos horas, se acabó la historia, mi misión… Así escribiría desde una celda…

            Sí, les he dejado volar por esta vez, pero… ¡Ha sido mucha tentación! Si vuelven a aparecer, no sé yo, no sé yo… Lo pensaré y estudiaré si es viable.

            Claro, me he quedado con cierta rabia, mordiéndome los labios y con mal cuerpo el resto de mi turno. Al terminar sabía que si me iba a casa así, con esta sensación e impotencia, alguna paloma caería por el camino y hoy no tengo nada preparado.
            Así que he decidido desahogarme y, después de comprarme un par de sándwich de esos pequeños y un refresco, me he venido a un pequeño reducto de gorriones que encontré ayer; donde Job, donde conocí a Job… y a la rubia… y a su perrito, claro.
            Es una librería, no sé por qué pero parece que en las librerías hay menos palomas. Ayer, que vine para calcular bien los tiempos del trayecto de ida y vuelta al trabajo, me dí un paseo por la zona y al ver la librería, entré. Es una manía, si veo una librería tengo que entrar, pero es una buena manía. Se está agradable, es de madera antigua y cuidada, tienen una zona agradable de lectura y hasta una pequeña cafetería. No les importa que los niños cojan y jueguen y peleen con los libros, les dejan su espacio, de colores, con dibujos grandes y bonitos de hadas, princesas, caballeros, elfos y cosas así, nada de muñecajos asquerosos de la tele, menudos dibujos animados hay hoy en día… Estuve rebuscando entre los libros, como debe hacerse. Las palomas siempre preguntan, no buscan, no bucean, no le gustan los libros. Al final, sin tenerlo previsto, me topé con una Biblia. Me decidí por ella, es raro, lo sé, pero ando siempre consultando alguna cita o pasaje y uso Internet, no es lo mismo… Prefiero el libro, la hoja, su olor, su textura, su luz mate, su sonido…
            Así que aquí estoy, con la mochila y mi biblia (¡nuevecita, ni le he quitado el plástico!) sobre ella por si me da por consultarla y sobre mis rodillas, mi inseparable portátil (de los pequeños, claro) escribiendo en un banco delante del escaparate de la Librería y a pocos metros de la puerta, con su paciente Job, mi amigo Job, escribiendo tan a gusto.

                                                   ***

            ¡Vaya sorpresa! ¡No me lo puedo creer! ¿Gorrión? ¿Qué haces por aquí? Iba a terminar ya. Me he levantado a tirar la lata y los envoltorios del sándwich a la papelera de aquí al lado mientras pensaba como acabar el post y al volver al banco…
            ¿Sabes a quien tengo a menos de 5 metros hablando con mi amigo Job? Jajaja.
¡Sam! ¡Qué bueno! Tú aquí… bueno, tú y tu amiguita… tu inseparable amiguita enamorada… Es guapa, muy guapa a decir verdad. Tiene cierto aire hispano, suave y quizás confuso, pero se nota su procedencia. Ahora que os miro y os veo juntos… no hacéis mala pareja. Tú, aunque tu mirada tiene sesenta años, eres maduro y atractivo, no sé ponerte edad, la verdad, pero no pasas de 45, seguro. Ella… diez menos, quizás, se conserva bien, es deportista, seguro.
            ¿Y bien? ¿Qué hacéis por aquí? Jajaja. Buscándome, claro. Pero dejad al pobre Job, el qué va a saber… ¿Qué os va a contar? ¿Que una pija estirada le pisó el orgullo? Vais bien de todas formas, bien para lo que podréis acercaros, que es poco, me temo que esto es todo… Bueno, si sois listos entraréis en la librería. Tiene cámaras, no me veréis, claro, pero alguna cosa podréis averiguar…
            Me encanta esta situación. Jamás lo habría imaginado. Tú a cuatro metros y yo aquí, escribiéndote, ayudándote… ¿Sam? ¡Eo! ¡Estoy aquí! Jajaja.
           
            Eso es, ya lo tenéis. No os escucho pero entiendo vuestros susurros. Anda… no me esperaba eso de tu amiga, Sam, al final va a resultar que tampoco es paloma… Job está feliz, le habéis alegrado, eso es bueno, parejita…         
            Venga, muy bien, entrad a verme en los videos… Pobrecitos, no entendéis nada, no comprendéis que no soy un delincuente de tres al cuarto. Si supierais que cada día soy alguien distinto… Bueno, ahora en el trabajo, repito, claro, pero al salir… No Sam, no os emocionéis demasiado, no me cogeréis, es mejor que lo sepáis ya y lo aceptéis.
            Mira, acabo de darme cuenta de una pequeña indiscreción que he cometido ahora mismo, pero me voy a tomar unos minutos para dejarte un regalo y luego me cambio de sitio.

            Ya estoy aquí, con mis pajarillos, mis gorriones del parque. Me he tenido que cambiar porque si sois listos y observadores, podríais hilar y complicar algo la cosa. Y como habéis demostrado que tontos no sois, me vengo aquí a terminar.
           
            ¡Qué día más bueno! Me he sabido controlar, he comido a gusto y en paz mirando a palomas y gorriones y, para culminar la tarde, ¡te veo a ti! Genial.
            Por cierto, luego escribiré otra vez… Ayer noche comencé a leerte, Sam. Me gustaste, pero quiero contarte, decirte y explicarte algunas cosas…
            Qué pena, ni me has mirado de reojo…
            Bueno, luego te leo y escribo, eso es mucho mejor que las miradas.
           

El Gorrión Rojo.


P.D: Me ha gustado lo de El Gorrión Rojo. Creo que he encontrado mi firma. Por cierto, espero que te guste el regalo que te he dejado en el banco…

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