martes, 7 de junio de 2011

24 de Octubre. Primera Carta del Inspector Rot

Anteriormente en Palomas y Gorriones: - Primer Asesinato -

       Jamás lograré entender qué es lo que lleva a un hombre a matar a sangre fría. Nada tiene que ver mi estado de ánimo, llevar un mes de baja, alejado de todo, nada tiene que ver mi situación… Lo de Livi. Llevo 10 años en esto; cada semana, a veces cada día… un crimen, un asesinato, un homicidio… Y ni llevando cien años dejaría de sentir el mismo vacío en el estómago al presentarme en el escenario de un crimen. Seguiría sintiendo la piel erizada y me seguiría haciendo las mismas preguntas que me hice esta mañana al entrar en el autobús donde esperaba la víctima:

      ¿Por qué nos matamos los unos a los otros? ¿Qué nos empuja? ¿Qué nos excita? ¿Qué nos violenta de tal manera?

        Me aterra el ser humano. Ni siquiera un animal salvaje mata por placer, o sin motivos. Quizás esa es la diferencia entre el Hombre y la B... Iba a escribir Bestia, pero no estoy seguro de quién merece tal adjetivo. No hay dos asesinatos iguales, siempre cambian los sentimientos del Asesino: Odio, venganza, ambición, sexo… incluso el simple placer. Los animales matan sólo por dos motivos: Hambre y Autoridad. ¿Quién es más Racional



       Sí, me aterra el monstruo en que se transforma un hombre que sin ira, sin violencia, con serenidad, ante 40 personas, saca una navaja o lago parecido y con disimulo, ¡con prudencia! busca el punto preciso y practica una punción certera... una herida mortal pero no instantánea. Sí, así debió ser. Nadie en el autobús vio nada. Todos se percataron de la víctima, por lo visto se hizo notar. Pero nadie vio al asesino. Y ahí, entre ellos, tranquilo, esperó su momento y con un disimulo que no me explico, sabiendo el punto exacto… Veremos que dice mañana el forense, pero todo hace pensar que sabía muy bien dónde y cómo pinchar y perfectamente sabía cuanto tiempo le daba de vida

      La victima... un hombre cualquiera. Un hombre cualquiera que no es consciente de que le quedan apenas unos minutos, que no puede despedirse de su madre, de su novia, de sus amigos, que muere ante la recreación anónima de su asesino. Que confuso, sin comprender cómo ni porqué, siente que se le va la vida junto a su hemorragia interna de sueños y promesas sin cumplir.
       Y mientras, no sé si con la calma del Psicópata o con la Locura del Sereno, el Asesino supervisa, se deleita, se asegura de que la vida que ha robado escapa y nutre su infierno... Por qué sí, por mi experiencia me atrevo a decir que el asesino permaneció allí, entre los pasajeros, viendo cómo moría. Son vanidosos, siempre son vanidosos, por eso siempre les cogemos.
       Eso es lo que le hace más desconcertante; Ver un muerto traumatiza. Ver como se muere alguien te hiere el alma, bien lo sé. Pero verlo por placer…   Me horroriza imaginar la calma asesina.
       Me horroriza verle andando por la calle, pedir un café y hablar por teléfono con su novia mientras sorbe su asesinato, mientras se deleita con su sabor, con su aroma... El  tacto frío de su navaja, la sensación caliente de la carne sesgada…

        Quiero imaginarlo oscuro, tenebroso. En su apartamento sucio y desordenado. Maniático. Obsesivo… Y quiero imaginarlo así porque su antagonismo me llena de miedo, tanto miedo que la ira me ahoga las palabras que me gustaría gritar; tanto miedo que la impotencia me perturba de tal forma que no consigo quitarme de la mente la imagen de mis manos agarrando su cuello, apretando su vacía vida y exprimiendo toda la serenidad inhumana hasta que sus ojos rebosan y revelan el monstruo que realmente es...

       No sé que hago escribiendo. No sé por qué he hecho caso a mi terapeuta. Lleva un mes animándome a escribir éste diario y hoy, por fin, me he decidido. Cuando he llegado a casa he sentido... me he sentido absolutamente sólo. La casa estaba a oscuras, silenciosa. No estaba Livi ... ya nunca estará. No tenía ganas ni de encender las luces y he ido directo a la cocina a mirar en la nevera, por rutina, no tenía hambre. Y en el salón me esperaba, me tentaba. Lo había dejado encendido, creo que el portátil lleva encendido 1 mes. No sabría explicar cómo he empezado. Allí estaba, la pantalla en blanco y el cursor parpadeando....

       Y después de tanto tiempo, de tanta insistencia... Voy y escribo esto. Me he asustado al leerme. Creo que es el Psicólogo quien necesita ayuda. El caso no deja de ser… normal, si esa palabra es la adecuada. Pero al comenzar a escribir he sentido como si la sangre se me agolpara en la garganta, como si los demonios quisieran salir. No me extraña que los escritores estén la mitad locos y la otra mitad sean tan pedantes.
       Los demonios de tu alma, por lo que acabo de experimentar, o se apoderan de tu cabeza o los amansas con filosofadas. Espero haber conseguido lo segundo… Y Quizás es precisamente esto lo que pretende mi terapeuta.

       Jamás había pensado antes en matar. Jamás. Y mucho menos de forma tan visceral. Antes, mi sentido de la justicia imperaba, se sobreponía a todas las atrocidades que he llegado a ver. No perdía la objetividad, frenaba mis instintos. Viera lo que viera, fuera el caso que fuera, cuando cruzaba la puerta de casa, la paz repelía las nauseas, las pesadillas... Pero claro, antes, cuando entraba en casa, sabía que Livi me esperaba. Sí, es posible que esos románticos estúpidos tengan razón y seamos como partículas magnéticas que pululamos por el mundo sin sentido ni equilibrio hasta que una fuerza nos empuja, nos atrae y nos acopla a otra pululante partícula. Pero cuando la otra parte se quiebra..., se rompe, se desmenuza y se convierte en polvo ante tus impotentes ojos... Lo que siento es que ahora la fuerza que me atrae, rota y perdida Livi, es la oscuridad.

       Acabo de recordar las palabras del Padre Yull cuando Livi y yo fuimos a pedirle que nos casara. Aún le veo, con su ceño fruncido, con su mirada penetrante y su voz sosegada, levantando su mano y mostrando tres dedos. <<Imaginad una silla de tres patas, un taburete si queréis. Así de sencillo es el Matrimonio. Tres puntos de apoyo... Tres patas: Livi, Tu y Dios. Y tened por seguro que si alguna pata falta... El esfuerzo y sacrifico de mantener el equilibrio está fuera de nuestro alcance. Tres patas, recordadlo siempre, si falta una no existirá equilibrio en vuestra vida.>> Qué razón tenía, padre. Una pata se partió, perdí a Livi. Y no pensé ni por un segundo en esforzarme en...
      Yo rompí la otra pata.

       No me hable de Dios, padre, no me nombre a Dios. Ya no me interesa comprender los "inescrutables caminos del Señor", tan sólo me interesa atrapar a los monstruos que Él permite que se paseen por sus misteriosos senderos...

      Se me han quitado las ganas de seguir. Esto es una chorrada, ya no tengo ganas de escribir.


S. Rot.

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