viernes, 17 de junio de 2011

Juicio I. Narración de los hechos de la MAÑANA del 24 de Octubre

Anteriormente en Palomas y Gorriones: - Primer Asesinato - Primera Carta Inspector Rot -

-   ¿Jura decir La Verdad, toda La Verdad y nada más que La Verdad con la Ayuda de Dios?
-   Lo Juro
-   Muchas gracias. Tome asiento y, en voz alta y clara, diga su nombre, profesión y relación o implicación con el caso para que conste en acta.
-   Soy René Mary Sánchez, Inspectora de Segundo Grado del Departamento de Homicidios de la Comisaría Central. Junto a mi compañero el Inspector de primera Samuel C. Rot nos encargamos de la investigación del caso conocido como El Asesino de Palomas.
-   Inspectora René, podría relatarnos desde el principio tal investigación, sin omitir detalles ni de sus conversaciones, pistas recabadas ni de los acontecimientos que nos han traído hasta aquí.
-   Señoría…

(El abogado de la acusación se levanta)

- Creo que es mas que suficiente la recopilación de las pruebas y, sobretodo, las cartas extraídas de sendos portátiles… ¡Tenemos literatura más que suficiente y esclarecedora para tener ahora que escuchar la historia completa! La defensa intenta o aburrirnos o dormirnos para que la verdad pase de puntillas…

(Murmullo en la sala. El Juez Golpea con su mazo)

-   Guarden Silencio. La Fiscalía, absténgase del sarcasmo, hoy no estoy de humor. Y la Defensa…
-   Con todo respeto, Señoría. La extensa y densa literatura que tanto le cuesta asimilar a la fiscalía no son más que unas cuantas cartas escrita precisamente por los implicados. Y creo sobradamente demostrado que ninguno de los dos poseían ni el equilibrio ni la objetividad para arrojar luz en el caso. La Inspectora Sánchez es un testigo presencial de los hechos que se juzgan, de la investigación…
-   Está bien, está bien, no trate de enredarme, Sr. Dumas. Deniego la protesta. Inspectora Sánchez, proceda, pero haga un favor a todos y no se ande por las ramas.
-   Sí señoría. Puedo…

(La inspectora señala el vaso de agua. El Juez asiente)

-   El pasado día 24 de octubre recibí la orden de mi superior, el Jefe de Policía Abrams, de acudir a un C-3-02… Un posible homicidio. Revisé por encima el informe preliminar y valorándolo como un procedimiento estándar, decidí llamar al Inspector Samuel Rot. Tras la… muerte de su esposa, llevaba un mes de baja y por lo que había hablado con él en ése tiempo, pensé que le vendría bien volver al trabajo. Aquél caso me pareció el ideal… Me equivoqué…


(La inspectora guarda silencio)

-   Prosiga

(Interviene La Defensa)

-   Le llamé y encontré una respuesta positiva de Sam… del Inspector Rot. De camino al escenario le recogí en su casa y por el camino le puse al día.

>>En un autobús de la Línea 4 había muerto un hombre. Concretamente en la parada de la Octava con la Calle Génesis. Uno de los pasajeros vio sangre en el costado de la victima. Al tratar de advertírselo, la victima pareció despertar y mirando a su alrededor, se levantó de forma brusca para después desplomarse. Detuvieron el autobús y llamaron a emergencias, que tras enviar una ambulancia, nos avisaron. La víctima había muerto minutos antes de la llegada de la asistencia sanitaria. No pudieron hacer nada. Una posible puñalada en el costado fue la razón por la que nos llamaron. Así que pensando que sería el típico caso de bandas o una simple disputa callejera, con permiso del Jefe Abrams, fui a por el Inspector Rot.
>> Nada más recoger a Samuel, fuimos directamente al lugar del crimen. Cuando llegamos…
-Perdone que le interrumpa, Inspectora…

(La defensa toma la palabra)

-   ¿Cómo encontró al Inspector? Me refiero, acabamos de escuchar la lectura de su primera carta, su primera entrada en su Blog…. ¿Le notó anímicamente diferente? ¿Cree…?
-   Protesto, señoría… El Testigo no es Psicólogo.
-   Señoría, ya hablaremos con los Psicólogos que haga falta, pero lo que está claro es que tras cinco años trabajando juntos, la Inspectora Sánchez puede perfectamente valorar…
-   Denegada la protesta. Sr. Dumas, termine la pregunta o, más bien, reformúlela y no trate de guiar la respuesta del testigo.
-   Sí señoría. Inspectora. Señorita Sánchez, en la carta del Inspector Rot encontramos descripciones y sentimientos preocupantes. Hemos escuchado incluso que sintió ganas de matar… ¿Eran habituales tales sentimientos? ¿Le solían afectar todos los casos por igual? ¿Podría decirme cómo encontró al Inspector Rot, anímicamente hablando?
-   Pues… La verdad, me sorprendió. Le encontré bastante centrado. No parecía que.. ya me entiende..
-   Inspectora, puede que yo la entienda, pero nuestro jurado precisa de una mejor explicación.
-   La muerte de su esposa fue un golpe muy duro. Nunca vi a un matrimonio como el suyo. Estaban muy unidos y sabía que Samuel lo estaba pasando mal, muy mal. Pero cuando entró en el coche… Parecía como si no hubiera pasado nada. Aunque también tengo que decir que suele ser más jovial. Estaba serio y evitó mirarme directamente, pero para sus circunstancias… sí, lo encontré bastante centrado. En cuanto a cómo le afectaban los casos… Señor, somos humanos. Claro que nos afectan, si no nos afectaran y si no sintiéramos repulsa, seríamos malos profesionales. Claro que le afectó al Inspector Rot, y más en su situación…
-   ¿Piensa que...?
-   ¡Señoría! La defensa guía al testigo… y de nuevo, insistimos, la Inspectora no es Psicóloga…

(La fiscalía se levanta)

-   Se admite la protesta. Sr. Dumas, cíñase a lo que el testigo puede ofrecer de forma objetiva.
-   Sí señoría. Inspectora, siga con el relato.
-   Llegamos sobre las 10.00h, ya se había establecido el perímetro de seguridad y se retenía e interrogaba a todos los pasajeros. Se había desalojado el autobús y dentro ya estaba el Forense, el Dr. Lee y Criminalística. Como siempre, hicimos una inspección superficial del escenario. Criminalística poco podía hacer, así nos lo hicieron saber y con lo poco que sacaron se marcharon a nuestra llegada. El Dr. Lee nos informó que la victima llevaría muerta máximo una hora. Pero en ése momento no nos dijo nada más, como siempre hace, nos dio la hora probable de la muerte para poder hacer los interrogatorios a los testigos, pero no adelanta nada más hasta que no termina el estudio preliminar…
-   Siga, ya nos informará el Dr.Lee de tales detalles.

   >> Rot, como tiene por costumbre, trató de colocarse en el lugar del asesino y de la víctima. Pero todo el escenario parecía tan limpio, tan básico, tan natural que poco podía interpretar. Meneando la cabeza se levantó, estudió el autobús y nos bajamos. Al salir, Rot llamó al agente Park.

-   ¿Habéis situado a los pasajeros? ¿Tienes el plano? – le preguntó
-   Sí, señor… Aquí mismo – dijo sacando su libreta. Rot la tomó y recorrió los asientos dibujados y etiquetados con los nombres.
-   La víctima no estuvo sentada todo el rato. Lo marcamos con los círculos rojos… - anotó Parker.
-   Lo imagino, Park, lo imagino. No estuvo sentado todo el trayecto… - repitió Rot en un susurro.
-   No señor. Varios testigos han coincidido en que estuvo de pié prácticamente todo el trayecto. Sólo se sentó tres o cuatro paradas antes de desplomarse.
-   ¿Tres o Cuatro? – Intervine.
-   Pues no está del todo claro….
-   Pues acláralo, Park – ordenó Rot. Y tráeme a la Señora De-ve-ró – dijo Rot descifrando la letra de Park.
-   Sí, señor.
-   ¿Hablas tú con… ¡joder, qué letra! – protestó – el Señor Vladimir Karamazof – me pidió Rot.
-   Prefiero quedarme. La señora Deveró es la que estuvo más cerca… - Rot comprendió mi verdadera intención, pero no le importó. Intuyó que el Jefe Abrams me habría pedido que no me despegara.
-   Está bien, tú misma – y mientras seguía estudiando el plano, Park apareció con la Señora Deveró.
-   Señora, son los inspectores Rot y Sanchez, quieren hablar con usted…
-   Ya he hablado con su compañero agente. Pero si insiste… - la señora Deveró era una anciana de unos 80 años, pero parecía bastante… lúcida y con carácter.
-   Buenos días señora Deveró – saludó Rot.
-   Si usted lo dice… - Rot hizo caso omiso.
-   Veo que usted estuvo muy cerca de la victima en todo momento.
-   Sí, demasiado cerca…
-   ¿Por qué demasiado?
-   Me dio un par de empujones. Entre usted y yo… y usted también – dijo mirándome – ése hombre era muy maleducado.
-   Explíquese – le pedí.
-   Bueno, no quiero que piensen… ya saben, ¡parece que todo el mundo se empeña en hablar bien de los muertos! Y si hablo mal del muerto…
-   No se preocupe, señora Deveró, está usted en la lista de los sospechosos descartados – dijo Rot guiñándole un ojo.
-   Bueno, me refiero a que el tipo ese hablaba por teléfono como si estuviera en su casa. No paraba de moverse, sin ningún cuidado. Todo el autobús se enteró de su conversación, hablaba muy alto…
-   ¿Sobre qué? – pregunté.
-   Bah! No entendía nada. Que si abrió un contrato en los 65… que si Largo, que si Corto… que si había ganado 50 puntos… que si el mercado estaba alto o algo así… - Rot y yo nos miramos. Supimos que la victima trabajaba como operador de Bolsa.
-   Siga señora – pedí.
-   Estuvo todo el rato hablando… me resultó un poco… - la señora Deveró nos miró como pidiendo permiso. Rot la animó con a seguir. – Cargante, por decirlo así. A demás de… Maleducado. Me robó. – dijo cruzando los brazos sobre su pecho.
-   ¿Robarle?
-   Sí, todo el mundo sabe, y para eso están los carteles del autobús, que los asientos son para las personas mayores y embarazadas. Pues bien, fíjese que en una de las paradas un asiento quedó libre y traté de ir a sentarme, pero ese hombre se adelantó y ocupó el asiento libre. Después, de forma bastante grosera, siento decirlo, me miró y sonrió.
-   ¿Ocurrió algo después? ¿Algún pasajero le increpó algo o notó algún comportamiento… extraño? – preguntó Rot dudando sobre que palabra usar.
-   Pss… No. No merecía la pena. Otro asiento quedó libre y esa vez nadie me lo quitó. La siguiente vez que supe del hombre es que se había desplomado y sangraba. Bueno, miento, poco antes me di cuenta de que ya no hablaba. Lo miré entre la gente y le ví sudoroso y como cansado, pero claro… después de todo lo que habló…
-   Señora Deveró, estoy seguro de que usted es una mujer muy observadora – le dijo Rot en tono cómplice – Dígame, ¿se fijó en las personas que se bajaron antes y después de ese pequeño desaire?
-   Bueno, no quiero que piense que soy una cotilla. Pero sí, la verdad es que suelo observar a las personas… Pero… La verdad, tampoco es que recuerde a ninguna persona que destacara. Quiero decir, no de la forma que usted sugiere… Había dos chinos hablando entre ellos, diría que peleándose, pero siempre hablan así… a demás, sonreían. Había una cuarentona que vestía como una veinteañera, una veinteañera que vestía como un chico, un chico que se bajaba los pantalones y enseñaba sus calzoncillos… ya sabe, la moda de los jóvenes, que ya es difícil de saber si es chica, chico… Un señor muy obeso y sudoroso… No, la verdad, nadie con pinta de asesino… - dijo con absoluta naturalidad.
-   Gracias Señora Deveró – dije viendo que Rot había acabado con ella – El agente Park le ha tomado sus datos, es posible que volvamos ha hablar con usted.
-   ¿Ya me puedo ir? Llego tarde a mi partida de bridge…
-   Vaya, señora, vaya… - dije. - ¿Qué piensas? – pregunté a Rot cuando la señora Deveró se hubo marchado.
-   Que nadie vio nada. Absolutamente nada. Perdemos el tiempo. Es increíble que alguien sea capaz de apuñalar a un hombre en el autobús con tanto disimulo… La frialdad que se necesita para hacer eso… - Rot comenzó a caminar hacia el coche. – Imagínalo. Rodeado de cuarenta personas, a primera hora de la mañana, hora punta. ¿Qué le impulsa? Es alguien completamente normal, pasa desapercibido. Bien podría ser alguna de estas personas – dijo señalando con su bolígrafo a los testigos que se repartían por la calle hablando con los agentes -  que aquí y ahora no le descubriremos. Si es capaz de matar así, es perfectamente capaz de hablar con nosotros y que no advirtamos nada. La experiencia me ha demostrado que las emociones y sentimientos de los asesinos es la piedra donde siempre tropiezan. Pero esta forma de matar no revela ninguna de las dos cosas. Se ha acercado a la victima y, sutilmente, sin temblor, sin dudas, sin miedo, con una punción milimétrica… - y acompañó sus palabras con un gesto de su bolígrafo. – El doctor Lee nos informará, pero estoy seguro que el asesino sabía perfectamente donde clavar el arma… - se quedó pensativo unos segundos.
-   ¿Se quedó en el autobús o bajó? – pregunté.
-   En eso pensaba precisamente. No sé… La verdad, no sé que me asusta más. Si se quedó… es algo habitual en los psicópatas, pero no en circunstancias como estas. En escenarios más íntimos, sí, te lo confirmaría. Pero con tanta gente, exponerse a verlo morir es un riesgo estúpido y todo parece indicar que estúpido no es. Pero no sé, pienso que sí, es posible que se quedara, pero no por estupidez, es por deleite. Aún así, deberemos cubrir ambas opciones. Manda a varios agentes a preguntar en los comercios cercanos a las paradas precedentes… Doctor – saludó Rot viendo llegar al Forense, el Doctor Lee.
-   Hola Samuel. Es un placer tenerte de vuelta… - dijo dándole un apretón de manos. - ¿Cómo estás hijo? – le preguntó en tono paternal.
-   Bien doctor… - respondió incómodo Rot.
-   ¿Que nos cuenta, doctor? – intercedí para desviar el tema.
-   Milimétrica precisión o suerte milimétrica – dijo usando sus habituales juegos de palabras. Si fuera otro barrio u ocurriera en un coche de lujo… pero me da que por estos barrios no suben en autobús muchos médicos. Sí… Si entre los testigos hubiera un Cirujano… Ya tendrías a tu asesino.
-   Entonces buscamos a alguien con conocimientos médicos…
-   No necesariamente. La punción o puñalada, según el estudio preliminar, es contradictoria… - otra manía. Dejaba muchas frases sin acabar. – No fue con un bisturí. Eso es lo que lo hace aún más extraño. Según mi experiencia más bien se trataría de un pequeño cuchillo, una navaja o algo parecido… Sólo una vez en mi carrera me he encontrado con una herida así, no lo confirmo, pero puede tratarse de una Navaja Estilete de doble filo, poco común y muy, muy afilada. Atravesó prácticamente sin resistencia la camisa de la víctima. Lo confirmaré por la cantidad de fibras que encuentre dentro de la herida - Rot hizo un gesto a Park para que se acercara. – Y hacer tal incisión con una herramienta así… Pero respecto a lo de los conocimientos médicos… Mirar, el otro día estudiando otro caso, mi hija se empeño a ayudarme. La victima padecía una extraña enfermedad y me puse a buscar los síntomas entre mis Libros… Alex tardó aproximadamente quince minutos en darme el nombre de la enfermedad. Fue a su mágico ordenador, introdujo los síntomas, buscó un poco y dio con la enfermedad. 15 minutos… Y Alex tiene 12 años, Rot, 12 años… Internet me da mucho miedo… Así que, lo que quiero decir, es que hoy en día, si quieres saber como matar a alguien clavándole un simple pelador de patatas, lo metes en el “gudel” ese y te saldrán cientos de respuestas…
-   Cierto… - murmuró Rot. Park llegó en ese momento. – Park, que todos los testigos vacíen el contenido de sus bolsillos, bolsos, mochilas… Si encuentras algún tipo de arma, del tipo que sea, me avisas.
-   Sí señor, pero… La señora Deveró acaba de marcharse, me ha comentado que ustedes le han…
-   Da igual. Si el asesino es la Señora Deveró, dejo este trabajo – dijo Rot en lo que suponía su primera broma del día. – Según las estadísticas, es más probable que te toque la lotería a que una Mujer, mayor de 70 años, tan Sociable y que juega al bridge sea una asesina… - Rot esbozó una sonrisa forzada que yo amplié con cierto alivio al ver que recuperaba algo de su humor.
-   Park, mándanos al polaco o ruso, el tal Karamazov – le pedí.
-   Ruso – concreto Park marchándose a por el testigo.
-   Doctor, continúe – le pidió Rot.
-   Bueno, poco más que decir hasta que haga la autopsia, pero lo más probable es que la muerte fue provocada por un Trauma torácico que derivó rápidamente en un Neumotórax. Lo de precisión milimétrica se debe a que con un arma como la que parece haberse usado, se practicó una punción entre la 3ª y 4ª costilla – el Doctor Lee, como siempre hacía y como siempre se dejaba hacer Rot, ejemplarizaba su explicación usando las costillas de Rot – alcanzando y rasgando la Pleura, una capa que envuelve el pulmón evitando que el aire se escape, que el pulmón se expanda en demasía y que la sangre inunde los pulmones. La punción y el rasgado pleural practicado fue mínimo, pero más que suficiente para colapsar el pulmón, provocar un Neumotórax en menos de media hora sin que la victima realmente fuera consciente de la gravedad real de su afección. Posiblemente se sintiera extremadamente cansado, sudara bastante, sintiera un dolor agudo en el pecho… y muy posiblemente lo que la victima estaría pensando es en ir a urgencias nada más bajar del autobús, pero no pensaría que le quedaba pocos minutos de vida. Dice Park que según los testigos se desplomó… Bien, estoy seguro ésta era su parada. El esfuerzo torácico que se exige para levantarse es mayúsculo y, en sus circunstancias, mortal…
-   Sí, varios testigos coinciden en eso – dijo Park que regresó con el señor Karamazov, al que dejó a dos metros de Rot, el doctor y yo. – El señor Karamazov entre ellos – dijo señalándole con el mentón.
-   En cuanto la hora de la muerte, lo que ya os he comentado. El cuerpo no ha tenido tiempo de perder temperatura, máximo 1 hora, incluso menos. No podría ser muy exacto con el momento de la puñalada, no puedo concretaros, diez minutos o media hora desde la punción hasta que se desplomó… - continuó el Doctor Lee
-   Eso significa… - dijo Rot calculando mentalmente – que deberíamos cubrir prácticamente las 8 paradas previas a esta – me dijo mirándome. Yo asentí y ahí mismo, haciendo un aparte, ordené a Park que se encargara de organizar a varias parejas de agentes para hacer averiguaciones en los comercios cercanos a las paradas de esa línea. Mientras, el doctor Lee terminó.
-   Pero como ya sabéis, esto es preliminar. Dejadme confirmarlo y os mando el informe oficial. Ya se están llevando el cuerpo, espero tenértelo listo a última hora de la tarde.
-   Gracias doctor – dijo dándole un apretón e manos. El doctor se fue y Park indicó al señor Karamazov que se acercara.
-   Señor Karamazov, fue usted el primero que se percató de la sangre, ¿cierto?
-   A sí, señor – dijo el señor Karamazov con un acento ruso muy cerrado. Yo me uní en ése momento.
-   ¿Se había fijado en la victima antes? – preguntó Rot.
-   A sí, señor. – dijo escuetamente. Rot quedó a la espera, pero el señor Karamazov debía pensar que su respuesta era suficientemente explicativa. Permaneció ahí, de pié, seriamente a la expectativa. Rot y yo nos intercambiamos una mirada. Sería un interrogatorio complicado.
-   Señor Karamazov, ¿puede… - Rot buscó una palabra que entendiera Karamazov – ampliar su respuesta? ¿Vio a la víctima antes de sentarse? ¿Qué hacia…? – dijo Rot con un gesto de su mano animándole a hablar.
-   A sí, Señor. Yo vi de pié, el hablaba por teléfono móvil – Karamazov se inclinó un poco sobre Rot – muy alto, señor – dijo casi en un susurro. – Después, sentó – volvió a inclinarse sobre Rot – muy mal, señor. Quitó asiento a persona mayor. – dijo mostrando su desaprobación.
-   Continúe – animé.
-   Poco después de sentar, dejó teléfono móvil. No miré más, señor. Pero aquí bajo yo y al acercar a la escalera, vi mancha de sangre. El señor dormía, pero había sangre…- dijo como excusándose de haberle despertado. – le toqué en el hombro y el despertar. Abrió los ojos asustado y miró a su alrededor. Creo que no saber dónde estaba y que había pasado su parada. Se levantó muy fuerte, me miró como con miedo y se cayó de golpe, a sí, señor, de golpe. Avisé a señor conductor y yo llamar a ambulancia. El señor no se movía. Ya no se movió más – terminó tajante Karamazov. Rot escribía en su libreta. Sin levantar su mirada, preguntó:

-   ¿Vio a alguien extraño, la víctima habló con otro pasajero o notó que alguien le miraba?
-   Señor, aquí su país, todos me parecen extraños… - dejó escapar Karamazov con media sonrisa. – No vi a ninguno hablar con él, pero todos mirábamos a él mucho, hablar muy alto, señor. Daba empujones… sin querer, claro. – quiso explicar.

            >> Rot decidió acabar. Confirmamos que nadie del autobús llevaba ningún arma y dejamos a Park que terminara los interrogatorios. El agente DiLuca nos informó sobre la Víctima. Soltero, vivía en la Calle San Mateo nº13, apartamento 7, a pocas manzanas de su dirección laboral. Trabajaba como Broker en el centro financiero para un gran banco. Como siempre, Rot quiso ir antes al apartamento y saber algo más de la victima.
            No tardamos demasiado en llegar al apartamento. Ni el barrio ni el edificio eran muy acorde a su supuesta posición económica. En el interior encontramos todo bastante desordenado, no sucio, pero se hacía evidente que el posible servicio de limpieza solo venía una o dos veces por semana. Aun con todo, tenía ciertas pertenencias que denotaban una renta alta, pero nos hizo sospechar – y lo confirmamos por la tarde – que no atravesaba su mejor momento económico. Comenzamos a entender que el uso del transporte público era más un recorte de gastos que otra cosa. Sus trajes y ropa más cara la tenía bien ordenada, no así el resto de su ropa, que andaba revuelta y descuidada. Su apariencia laboral estaba bien cuidada… Las pocas referencias de familia o amigos las encontramos en un par de fotos donde salía retratado con compañeros del trabajo. Nada de Familia.

            Pero Rot estaba extrañado porque por su trabajo y su perfil, el consumo de algún tipo de droga suele ser habitual. Así que seguimos buscando. Al poco, Rot me llamó. Estaba revisando su pequeña librería. Algo le llamaba la atención. Todos los libros trataban de economía, finanzas y temas relacionados con el trabajo de la víctima. Todos menos uno. Rot me lo señaló. El libro en cuestión era El Señor de las Moscas, de Golding. Rot, con cuidado fue a cogerlo.

            - ¿Eres Jack o Ralph[1]? – susurró. – Veamos – y abrió el libro. En su interior se había practicado un hueco cortando el centro de las hojas y encontramos 12 gramos de cocaína. – Jack – dijo Rot.

            Esto abrió las opciones del móvil del crimen. La víctima al estar pasando un mal momento económico como parecía, podría tener algún tipo de deudas debidas a las drogas. No encontramos nada más. Decidimos ir a comer algo rápidamente e ir a su trabajo por la tarde.
   Entramos en una cafetería que se situaba en la misma calle del domicilio de la víctima. Al entrar vimos en la televisión que las noticias ya hablaban del caso, el cordón policial no había impedido que alguna cadena grabara el escenario y a los agentes trabajando. Precisamente en ese momento, Rot y yo salíamos perfectamente enfocados mientras hablábamos con el Doctor Lee. El camarero escuchaba atentamente y meneaba la cabeza. Nos sentamos en la barra y quise aprovechar para hablar con Rot para ver como estaba.

-   Sam, perdona que te haya llamado… Pensé que podría animarte volver… - le dije. Pero Rot parecía no escucharme. Estaba pensativo y miraba al camarero. – Sam… le llamé.
-   Espera un segundo, René – dijo al tiempo que se acercaba el camarero.
-   Ustedes dirán – dijo.
-   Somos la Inspectora Sánchez – dijo señalándome – y el Inspector Rot, de la Comisaría Central. ¿Conocía a la victima? – le preguntó al camarero señalando la televisión. Yo me quedé un poco confusa, pero comprendí que era bastante probable. La victima no parecía que comiera mucho en casa. Su nevera tenía lo básico, pero el fregadero estaba bastante limpio. Aquella cafetería era la más cercana a su casa, por lo que era probable que tuviera la costumbre de desayunar o cenar ahí mismo.
-   Sí señor. ¡Anda! Son ustedes rápidos – dijo el camarero señalando la tele sin saber si sonreír. Nos había reconocido. – El pobre chico ese desayuna… desayunaba todos los días aquí. Era un buen chico… - dijo de forma rutinaria.
-   ¿Seguro? – preguntó Rot mostrándose algo incrédulo. El camarero quedó un poco descolocado. – Según las personas con las que hemos hablado, tampoco es que fuera muy amable…
-   Bueno, ya sabe… Tampoco voy a decirle que era un cabrón. Si le sirve como respuesta le diré que lo único que realmente lamento es perder un cliente…
-   Entiendo – dijo Rot mirándole fijamente. – ¿Alguna pelea, altercado o algo? – insistió.
-   No, no, que va. En ése sentido nada. Simplemente llegaba aquí y sin dar los buenos días se sentaba y comenzaba a tocar su teléfono. Uno de esos i-puk o i-pan como se llamen, de última generación. Cuando me acercaba, sin levantar la mirada, con bastante mala educación pedía su desayuno y ni gracias. Desayunaba con bastante desgana, a veces mostrando incluso su desaprobación por la tostada, el café, los huevos o lo que fuera ése día, pagaba y se marchaba sin propina ni adioses. Así varios meses. En fin, que le voy a decir. El viejo Tobías murió la semana pasada y era un santo, le ha matado esta jodida crisis. A ese desgraciado le he visto sonreírse cuando escuchaba la palabra crisis en las noticias. A veces también mueren cabrones, qué se le va a hacer. El muerto al hoyo y el vivo… ya sabe. Por eso, me apeno por Tobías, pero en ambos casos lo que a mi me toca es esto – dijo golpeando la caja registradora.
-   Demuestra usted una sensibilidad apabullante – no pude resistirme. El camarero se encogió de hombros.
-   Cada cliente que pierdo me acerca al precipicio, señora. No me juzgue tan duramente. Dos hijos, los dos con mi mujer, que me sangra con la asignación desde que nos divorciamos…
-   Por algo será – susurré.
-   ¿Le vio discutir por teléfono o en persona con alguien alguna vez? ¿Alguna conducta extraña recientemente? – intervino Rot antes de que el camarero replicara.
-   Nada señor. Lo de siempre.
-   Buenas tardes. Un sándwich mixto y un café, por favor – dijo de pronto Rot. El camarero se quedó algo confundido con la salida. – Me he dado cuenta de que no le he saludado y parece ser que la falta de educación le afecta. ¿Quieres algo? – me preguntó mientras yo contenía mi risa. Rot parecía recuperar su humor, pero en el fondo sabía que era un lavado de cara para evitar mis preguntas.
-   Otro Mixto pero yo con Cocacola… - y miré a Rot – por favor.
El camarero, negando con la cabeza, marchó a pedir la comanda. Rot, encontrándose acorralado, sacó su cuaderno e hizo como si revisara sus notas.
-   Intuyo que no te apetece hablar… - dejé caer.
-   Pues no, la verdad René. Preferiría que intercambiemos impresiones sobre el caso.
-   ¿Caso de drogas? – pregunté aceptando su sugerencia. Rot frunció el ceño.
-   Demasiado limpio… ¿no crees?
-   Por lo que hemos visto en su apartamento… es factible – insistí, quizás más por deseo que por convicción. Estaba claro que el método no coincidía con ese móvil.
-   Por lo que hemos visto en el autobús… - me parafraseó Rot. No imagino a ningún yonki ni a ningún camello con el pulso y serenidad necesaria para asestar tal puñalada. Fíjate que me cuesta hasta decir esa palabra: “Puñalada” No, en el fondo no fue una puñalada, las puñaladas son violentas, fuertes… Y por lo que sabemos… es más como un castigo, una ejecución limpia tras un juicio rápido. No me cuadra. Es posible que tuviera problemas de drogas, pero que le hayan matado por eso… y menos en un autobús lleno de gente.
-   Cierto – claudiqué. – Pero ¿Entonces?
-   Veremos en su trabajo si sacamos en claro algo. Pero si aceptas mi intuición, creo que no existe la más mínima conexión entre el asesino y la víctima. Bueno, sólo una, que dos imanes de polos opuestos se encontraron en el mismo espacio…
-   Rot, no empieces – le increpé viendo que empezaba con sus metáforas. –Explícate.
-   Mira , la victima está claro que desentonaba en el autobús y, parece ser que algo acomplejado, se pavoneaba hablando de dinero rodeado de pasajeros de clase medio-baja. Un maleducado que molestaba al moverse y que le “robó” – dijo matizando la palabra – el sitio a una anciana. Pero si nuestro amigo Jack – dijo en referencia al Señor de las Moscas – hubiera estado calladito y quieto, también habría desentonado en el autobús…
-   Estás insinuando que el móvil es… No sé qué palabra usar, ¿Diferencia de clases?
-   Sí y no. La víctima es el polo negativo. El resto del pasaje es positivo, pero ninguno sintió la atracción. Aunque entre esos polos positivos, entre los pasajeros, un semejante, alguien que pasaba completamente desapercibido entre el resto, comenzó a sentir la atracción. Los gestos y ademanes de la víctima, su palabrería y chulería le fueron encendiendo hasta que…
-   Sam, ¿estás hablando de un psicópata?
-   Sí, René. Exactamente. Y sé lo que piensas: Acabo de volver y complico el caso para… Pero te puedo asegurar que la forma en que se ha desarrollado el crimen sólo lo he visto en psicópatas.  Y no en demasiados. Un asesinato así, en público, con ésa sutileza y con esos conocimientos… con un arma en principio no mortal…
-   Joder, Sam… No fastidies. Si lo llego a saber…
-   René, agradezco tu llamada – me contestó al fin Rot. – Comamos.



[1] Jack y Ralph, protagonista y antagonista principales de la Novela El Señor de las Moscas, de Golding.


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