martes, 28 de junio de 2011

Juicio II. Narración de los Hechos de la TARDE del 24 de Octubre.

Anteriormente en Palomas y Gorriones: - Primer Asesinato - Primera Carta Inspector Rot - Juicio I. Narración de los Hechos de la MAÑANA del 24 de Octubre -


No tardamos demasiado en terminar el sándwich, y después del sagrado café de Rot, fuimos a las oficinas centrales de Dinamic Trade Bank, donde trabajaba la víctima. Allí hablamos con su jefe y sus compañeros, un total de 11 personas, pero poco sacamos de utilidad. Lo único que pudimos confirmar es que, según nos contó el compañero más afectado, la victima pasaba un mal momento económico. Nos explicó que la disciplina y el autocontrol son esenciales en ese trabajo, pero que la victima, por culpa de las drogas, últimamente cometía muchos errores, tanto en el trabajo como en sus operaciones particulares. El jefe le había lanzado un ultimátum y había perdido bastante dinero de sus ahorros, por lo que no pasaba su mejor momento. Evidentemente todos sus compañeros negaron el consumo de drogas y los posibles trapicheos entre ellos. Rot estaba convencido de que por esa vía no llegaríamos a ningún lado, así que pedimos una lista con los datos personales de sus compañeros y nos fuimos a la comisaría. Pero justo antes de llegar, Rot cambió de idea. Creo que en el fondo no le apetecía entrar en la central y aguantar las miradas complacientes y sonrisas afectuosas.
-   Se ha hecho tarde – me dijo. – Te invito a tomar algo y hablamos mientras – me sugirió. Yo dudé, pero me pareció normal. El día ya era suficientemente completo para el regreso de Rot, así que fuimos a cenar algo en el puesto de comida China de la esquina. Rot no comió mucho, se centró más en su libreta que en los tallarines.
-   Bien, especulemos. Te cuento lo que pienso. Dijo cerrando la libreta. Soy una especie de ermitaño, de lobo solitario, poco social pero no insociable. De clase medio-baja. Paso desapercibido, de echo, me molestan los que destacan. No tengo antecedentes…
-   ¿Por qué no los tienes?
-   Cierto, no debería descartarlo, pero intuyo que es así. Creo que por estúpido que parezca y aunque no tenga pruebas, es el primer crimen que comete el asesino.
-   ¿En qué te basas?
-   En mi experiencia. El primer crimen de un Psicópata suele ser impulsivo, algo hace click en su cabeza… Me baso precisamente en las circunstancias en que se dieron. Asesinó delante de 40 personas. Eso me conduce a los dos argumentos de mi idea: Es lo suficientemente inteligente para hacer algo así, con tanta frialdad y precisión, pero lo suficientente impulsivo para no haberse controlado y buscar “más intimidad” – dijo Rot matizando la palabra. Creo que la inteligencia, por lo menos al principio, se impone y, por lo tanto, si decido volver a matar, seré más cuidadoso. No sé si me explico…
-   Creo que sí – intervine. – El único error que has cometido es que no te has controlado, pero tu inteligencia, tu serenidad y tus conocimientos han solventado el error. Y crees que es el primer crimen porque de ser el segundo o el tercero, no habrías corrido tanto riesgo. Pero das por hecho algo importante… - apunté.
-   Dime
-   Puede que precisamente el placer lo encuentre en asesinar de forma pública sin que me descubran…
-   Y seguramente tienes razón, pero estás equivocada – dijo al fin su famosa frase.
-   A ver, explícate – acepté el juego.
-   La explicación es que me gusta hacerlo en sitios públicos, pero no soy exhibicionista…
-   ¿Sí, Rot? – traté de sacarle una sonrisa, cosa que conseguí a medias.
-   René, escucha – me dijo con un gesto de su mano.-  Mi placer lo encuentro en “la posibilidad de ser descubierto”, no “en que todos me vean”. Es un juego, no una perversión, si te sirven los adjetivos. No es lo mismo hacer el amor en la intimidad del ascensor del hotel que hacerlo en el Hall del hotel. Si lo hago en el hall, me echan del hotel y se acabó la historia. En el ascensor existe la posibilidad de que me pillen, eso me excita, pero prefiero que no me pillen y volver a hacerlo mañana… Podemos decir que haber matado al tipo ése y de esa forma es haber hecho el amor en al hall y que por un increíble milagro, nadie me pilló.
-   Tiene sentido. Matar de forma pública y notoria no es precisamente el acto medido y calculado de un psicópata como el que suponemos... Entonces, resumiendo, es mi primera vez porque ha sido impulsivo, pero soy lo suficientemente inteligente para haberlo hecho sin que nadie se entere y, también, lo suficientemente inteligente para saber que ha sido un riesgo inaceptable. Pero continua, estabas en el autobús.
-   Bien, como sabemos, paso desapercibido, nadie se fija en mi y de echo, prefiero que no se fijen en mi. De ahí que cuando sube al autobús un trajeado, chulo y hablando de dinero, molestando a todos y siendo un maleducado, algo dentro de mí hace click y mi instinto latente se despierta. No puedo tolerar a alguien así. De forma natural, posiblemente aprovechando alguna parada, me acerco hasta él y con un pequeño cuchillo o algo parecido… - el móvil de Rot vibró. Rot lo miró extrañado. – Es Lee- dijo – Digame doctor… No, hoy ya no iremos, estamos en el chino cenando… Bien, mejor. Gracias Doctor. – Rot colgó. Viene para acá, se une a la cena – me informó. – Mejor, tengo una duda al respecto que puede esclarecer.
-   ¿Cuál? – pregunté. – No sabes si estaba de pie o si ya se había sentado… - me aventuré.
-   Justo – dijo Rot esbozando otra sonrisa.
-   ¿Realmente es importante? – pregunté.
-   Bueno, en parte sí. Nos puede servir para hacernos una idea de su estatura. Si la víctima estaba de pié, el asesino debía ser alto para que la punción pasara desapercibida – Rot me levantó para mostrarme su teoría. Eres de estatura media, algo baja…
-   Rot…
-   ¿Qué mides? ¿Metro sesenta y cinco? – yo asentí. – Bien, lo dejamos en media a secas, pero algo baja si fueras hombre. Ahora intenta clavarme de forma disimulada el cuchillo – dijo tomando un palillo y dándomelo – aquí, entre la tercera y la cuarta – le hice caso. – ¿Ves? El gesto que necesitas, aunque posible, dificulta más las cosas. Podríamos descartar a las personas más bajas…
-   ¿Y si ya estuviera sentado?
-   En ése caso se complica la cosa – Rot se sentó y me invitó a apuñalarle. Sería mucho más disimulado, pero al menos, si fuera así, podríamos descartar a la gran mayoría de los pasajeros…
-   Luego ¿sigues pensando que se quedó mirando?
-   No, no lo sé. Pero algo es algo. Es posible se bajara en alguna parada posterior, antes de que se desplomara.
-   O sea, que mejor… De pié. Pero, espera, levanta. Si el gesto fuera así… - dije cogiéndole el brazo.
-   ¿Bailando o trabajando, inspectores? – preguntó el Doctor Lee que en ése momento apareció.
-   ¿Doctor, que nos cuenta de la herida? – dijo Rot sin preámbulos.
-   Unos rollitos de primavera, querido Samuel – dijo Lee ante la confusa mirada de Rot. El Doctor Lee llamó al camarero y Rot comprendió. – Os confirmo el preliminar. Se infringió con un arma blanca, cuchillo pequeño, daga, navaja… difícil de saber. No podría deciros el tamaño porque la punción fue tan… sigilosa y cuidadosa que no provocó ningún hematoma debida por la empuñadura, pero como mínimo de 10 centímetros… Lo que os comenté de la Navaja tipo estilete cobra cada vez más sentido, pero cualquier cosa parecida cuadraría.
-   ¿Dirección? Necesitamos saber si estaba de pié o sentado cuando recibió la punción – cortó Rot. El Doctor, con un gesto de su mano, pidió paciencia a Rot mientras pedía su cena.
-   Sentado – dijo tajante provocando desilusión en Rot. – Sólo sentado se explica que no se diera cuenta y que la sangre no se hiciera evidente. Al estar sentado la herida se comprimió y fomentó que la sangre que saldría de forma natural hacia afuera, provocara el derrame interno que agravó el Hemotórax – Rot quedó en silencio. Comenzó a entender que con lo que teníamos en ése momento, no podíamos hacer nada. Si sus sospechas se confirmaban y se trataba de un Psicópata, volvería a matar y, desgraciadamente, todo parecía indicar que necesitábamos otro crimen para poder avanzar. Ya se estaba investigando a los compañeros de trabajo de la Victima. Se estaban revisando los videos de vigilancia de algunos comercios cercanos a las paradas previas. Poco más podía hacerse salvo esperar que alguna de ésas dos vías de la investigación arrojaran algo de luz.
Rot no volvió a abrir la boca. Se quedó varios minutos más allí, rumiando la cena con desgana, supongo que dándole vueltas al asunto, creo que en el fondo su empeño en encontrar algo era más por necesidad de ocupar su mente durante la noche que otra cosa. El doctor y yo tratamos de sacar otros temas de conversación, pero Rot ya se había ido, ya había acabado su día, su entretenimiento…Ahora le tocaba volver a casa, sólo.
  
Pero no había nada. Un asesino que podría ser cualquiera. Uno de los chinos que discutían, la cuarentona que vestía como una veinteañera, la veinteañera que vestía como un chico, el chico que ensañaba los calzoncillos, Karamazov… hasta la Señora Deveró… con lo que teníamos, podía ser cualquiera. No podíamos asegurar que el móvil del crimen fuera que al asesino le molestaran las personas de clases sociales altas, los ricos o más bien los que aparentaban serlo o los que se pavonean… Podía ser asunto de drogas, de deudas… muy vago todo. Lo que se hacía evidente es que sabía lo que se hacía. Sabía que la punción le daría el tiempo de bajarse sin levantar sospechas, sabía que le mataría… Sólo una cosa teníamos claro en ese momento: No teníamos nada. Necesitábamos un nuevo asesinato.

Rot se levantó, sacó de la cartera unos billetes, los puso en la mesa y con semblante oscuro, se despidió.
-   Hasta mañana – y sin darnos tiempo a decir nada, se fue.
El doctor y yo nos quedamos solos, pero apenas hablamos. No había mucho que añadir y sentimos ciertos escrúpulos en hablar sobre Rot.
Era tarde, serían las 23h, así que al poco rato, el doctor y yo nos fuimos también.

En casa traté de ordenar lo poco que teníamos, pero fui incapaz. El cambio de Rot de la mañana a la noche fue notorio. Lo que a primera hora me sorprendió, su inesperado animo, su objetividad en el caso, incluso sus ironías y medio bromas… todo se desmoronó en la cena. Sólo podía desear que a la mañana siguiente tuviéramos algo para poder seguir. Con ese pensamiento me acosté y con el mismo me desperté.

Y desgraciadamente, nuestros deseos se cumplieron. Al día siguiente tuvimos el siguiente asesinato.

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